sábado, 8 de octubre de 2011

-No faltaba nadie-

Estaba la mesa de roble y no faltaba nadie.
Entonces ya estaban enfermos
y tú habías prometido que harías todo lo necesario
para volver a creer en los milagros.
Alicia llamaba todos los días con la esperanza
de que en Bilbao hubiera una cama
que en mis sueños estaba siempre cerca de la ría
donde casi nos ahogamos en 1983,
o en 1978.
Era agosto y hasta la alegría era niña,
¿no te acuerdas?
¡Pero si desede el balcón el sol del agua
llegaba a nuestras rodillas!
Y allí Alicia se reía como una loca.
Ella, que nunca vio las laminak.
Ella, que nunca leyó a Etxepare.
Ella tan seca de ese barro que un Guardia Civil
limpió antes de que lo asesinaran por la espalda.
En fin, pero mira
cómo del fango y de la absoluta falta de milagros,
poco a poco, surgimos nosotros.
Decid que sí, y cerrad los ojos,
a poco que lo penséis
no falta nadie a la mesa de roble.

(Poemas a Alicia)

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