martes, 13 de septiembre de 2011

'El sonido de los Beatles. Memorias de su ingeniero de grabación'.

'El sonido de los Beatles. Memorias de su ingeniero de grabación'.

Geoff Emerick y Howard Massey.

Traducción: Ricard Gil Giner.

Ediciones Urano, Barcelona 2011.

412 páginas.


A Geoff Emerick (Londres, 1946), le disgusta que le llamen 'ingeniero de sonido, y así lo proclama un par de veces a lo largo de la autobiografía que publicó en 2006 en comandita con el periodista Howard Massey, y que ahora se ha traducido entre nosotros. Y es que quizá el epíteto que mejor le cuadra es el de 'mago', pues sus manos y de su habilidad para hacer aparecer sonidos de una chistera en un estudio de grabación brotaron dos de los discos más importantes para definir la música moderna del siglo XX: 'Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band' y 'Abbey Road'. Con sólo citar estos dos nombres de más está decir que Emerick fue el responsable del sonido de lo mejor, artísticamente, de la carrera de los Beatles, desde su álbum de 1966 'Revolver' al postrero con la mítica portada del cuarteto alejándose de los estudios de EMI en Londres a través de un paso de peatones. Otra metáfora que Geoffrey-Massey no dudan en emplear en su rico, pletórico y a veces inmensamente evocador libro.

Ausente de la mayor parte de los créditos de los discos originales en LP -espacio reservado para el intimidante y caballeroso productor George Martin-, el humilde artesano Geoff Emerick busca a través de esta autobiografía reivindicar su trabajo sobre los botones de la sala de control de los estudios Abbey Road, su infatigable lucha con micrófonos, grabadoras, mesas de mezcla y altavoces para buscar el sonido innovador, para encontrar en medio de la precariedad de medios absoluta de la época el toque que iba a diferenciar a discos como 'Sgt Pepper's...' de todo lo producido anteriormente en cualquier otra parte del mundo, hasta el punto de convertirse en uno de los iconos del siglo XX más conocidos tras la llegada del hombre a la luna.

Y lo hace no escondiendo en ningún momento las tensiones y pequeñas miserias diarias que su aparentemente idealista trabajo de forjar un mito entre leyendas conllevaba. Más allá de su imagen de jóvenes creadores revolucionarios, los Beatles se presentan en las páginas del ecuánime y objetivo ingeniero como pesonas de difícil trato a veces, que hacen imponer sus decisiones al resto de la humanidad y que, presos de su propia fama, se encierran en los estudios buscando, en palabras de John Lennon, "que los discos salgan de gira por nosotros". En ese sentido, el retrato de 'El sonido de los Beatles' es humano y no elegiaco. El lector se siente un trabajador más de la compañía entre bambalinas asistiendo al milagro de cómo la magia se produce, pero también a las interminables sesiones de madrugada, a las órdenes absurdas de un John Lennon de humor cambiante y al enfermante perfeccionismo de Paul McCartney, capaz de pasarse noches enteras mejorando una y otra vez, hasta el dolor y la sangre, sus líneas de bajo.

A su autor le interesa destacar su trabajo al frente del disco del Sargento Pimienta -que le valió el primero de sus Grammy y que constituye a la postre su legado- y a él le dedica las páginas más inspiradas y geniales, llenas de 'overdubs' -que el traductor no se ha molestado en traducir por el mucho más entendible 'doblado' para el lector en castellano- y de una inspiradora, pero agotadora, busca del perfeccionismo; mientras que describe de un modo tétrico las horas pasadas creando el llamado 'White album', durante cuya producción, agotado y deprimido, el técnico abandonó el estudio desentendiéndose del mismo. Son sus vicisitudes personales las que a veces condiconan sus juicios de valor y su apreciación por ciertos trabajos, pero también para eso se lee una autobiografía. El Emerick personaje apenas es gruñón y se presenta como dispuesto y trabajador. Bajo su aparente objetividad muestra con simpático descaro un favoritsmo hacia Paul McCartney, su obra y su trabajo, mientras que relega con adjetivos poco halagadores la actitud del resto del grupo.

El estilo de Emerick y del periodista Massey, que sin lugar a dudas habrá corregido la mayor parte de los apuntes del ingeniero, tiende a la intimidad, a introducir al lector dentro de los estudios, pero por eso a veces peca también de tomarse ciertas confianzas. Los Beatles de Emerick y Massey guiñan demasiado los ojos, o los ponen en blanco, y a lo largo de sus 412 páginas desarrollan un completo catálogo de cansada mímica para el lector que los convierte casi en actores de cine mudo. La imagen que se da de ellos es la de unos seres que siempre se comunican a hurtadillas y conspiran en un código propio. En el libro también hay demasiadas repeticiones de palabras, dejando aparte la detestable, por abusiva, 'overdub'. Emerick insiste una y otra vez en exponer sus rutinarios procedimientos técnicos buscando no sólo agrandar su papel en la historia de los Beatles, sino transmitir lo principios de un oficio hoy finiquitado en sus formas antiguas por la avalancha digital.

Pero como de las malas grabaciones, los autores saben sacar también de sus defectos petróleo. A cambio todos los interesados en el mundo de la banda de Liverpool encuentran en sus páginas explicaciones detalladas de cómo se grabaron las más importantes canciones del grupo, incluyendo desgloses de sus trucos técnicos. Estos aportes técnicos están salpimentados durante toda la narración por los recuerdos de las conversaciones, actitudes y relaciones entre los cuatro miembros de los Beatles durante los años centrales y finales de su carrera, incluyendo el desgarrador cuadro del fin de su amistad y colaboración que acabaría fagocitando a la banda en abril de 1970. Emerick, desde su cabina de control y con su privilegiada memoria, consigue realmente lo que hasta ahora pocos biógrafos de los Beatles habían logrado: que asistamos en directo al triunfo y ocaso de una banda cuyas canciones forman parte del legado cultural del siglo XX.

Son la cercanía y la mirada a un tiempo adolescente, nostálgica y profesional de Geoff Emerick los que convierten a 'El sonido de los Beatles' en uno de los textos más interesantes dentro de la saturada bibliografía sobre esos cuatro chicos de una ciudad al norte de Inglaterra que armados con sólo tres guitarras y una batería lograron revolucionar la música y las costumbres.

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